Ignacio Roesler: “No es casualidad que cada vez tengamos más santacruceños como voluntarios”
En un año donde la pandemia limitará el número de personas que van a poder sumarse a la campaña de voluntariado del Proyecto Macá Tobiano, cerca de dos centenares de postulantes se anotaron para sumarse a las acciones de la Estación Biológica Juan Mazar Barnett ubicada al pie de la meseta del lago Buenos Aires.
El Proyecto Macá Tobiano implementado desde el año 2009 por las ONG Aves Argentinas y Asociación Ambiente Sur es hoy una herramienta fundamental para el estudio científico y la conservación de esta especie categorizada como en peligro crítico de extinción. Abarca acciones de investigación, de incidencia en el terreno, censos de población y sensibilización de las comunidades locales, las que comprenden campañas anuales, tanto en temporada invernal como de verano, siguiendo la migración del Macá Tobiano entre los estuarios atlánticos de la provincia de Santa Cruz, donde permanece en el invierno, y su posterior nidificación y reproducción en el noroeste provincial en temporada estival.
“En este momento en la Estación somos cuatro personas. Hay tres personas más que están con labores en el campo. Básicamente lo que se hace ahora es poner al día todo lo necesario para que cuando los macáes se empiecen a reproducir, esté todo bien organizado” nos cuenta el Dr. Ignacio “Kini” Roesler, director científico de la ONG Aves Argentinas. Es que este momento del año es cuando los macaes ya están en las lagunas de la meseta, al noroeste de Santa Cruz. Allí, un equipo completo de profesionales y voluntarios esperan que esta especie declarada “Patrimonio Natural Provincial” nidifique y que les dé una temporada plena de trabajo.
n estos días se encuentran preparando la Estación Biológica para cuando lleguen los voluntarios. Esto implica hacer monitoreos en algunas lagunas “para ver cómo vienen los macáes, dónde se están ubicando. Y también acomodar todo el sistema de control de especies invasoras, como las gaviotas y el visón americano. Hay que meterle mucho trabajo a la Estación porque a partir de diciembre empieza el trabajo duro”, explica Roesler.
En cuanto a los voluntarios, este año batió récord de aplicaciones. “Hubo cerca de 200 personas que postularon y casualmente este año es el que menos vamos a poder tener, solo 17”. Esto será así, nos explica, por las normas de bioseguridad vigentes a causa de la pandemia, por lo que han tenido que adaptar algunas cosas, en base a un protocolo aprobado por el Ministerio de Salud y Ambiente de la provincia, pero que no difieren tanto de su rutina habitual ya que el lugar donde se desarrollan los trabajos cumple de forma natural con algunos requisitos relacionados como propiciar actividades al aire libre y sin aglomeración de gente, por ejemplo.
Sobre las actividades que desarrollan, el biólogo nos cuenta que “los voluntarios se suman absolutamente a todo lo que se hace acá. Desde el mantenimiento de la Estación, hasta salir a controlar las trampas de visón, monitoreo de macaes, o guardianes de la colonia”. Estos últimos son los que protagonizan el control y cuidado directo del Macá Tobiano. Una vez que se identifica una laguna con varios individuos formando una colonia, se establece un campamento contiguo donde los guardianes y voluntarios protegen a la especie de visones y gaviotas.
La primera tanda de voluntarios llega a mitad de diciembre. “En general siempre empezábamos en noviembre, pero este año por la cuestión de la pandemia lo demoramos. En el primer grupo contaremos con 6 personas, para enero llega otro grupito más y en marzo el último. Cada grupo de voluntarios que llegue tiene que hacer la cuarentena. Estar ahí aislados un tiempo. Ahora entran voluntarios cada 45 días, que coincide con los 45 días mínimos de permanencia que este año exigimos”