Gonzalo Granja en el Parque Patagonia. Desde la curiosidad, buscando el lado creativo de las cosas, así se inició en la fotografía Gonzalo Granja, un cordobés inquieto que llegó al Parque Patagonia con su cámara para invitarnos a vivir la geografía y la fauna patagónica desde sus bellas fotos.
Después de haber trabajado para distintas marcas comerciales, Gonzalo sentía que “algo” le faltaba. “Había algo que no me llenaba, como un vacío profundo. Y como no tenía respuesta a esta pregunta, empecé a ir a la naturaleza, a lugares aislados a pasar tiempo. Lo que sentía con esos paisajes me indicó el ‘norte’ hacia donde iría mi profesión”.
Fue así que se decidió a utilizar la imagen como una invitación para que otros se sientan movilizados a conocer la importancia que tienen esos espacios y su conservación. “Desde entonces sentí que era una puerta que se abría y que no se cerró nunca más y poco a poco fui dejando otro tipo de propuestas y me empecé a dedicar a esto, a la fotografía de naturaleza y actividades al aire libre”.
Luego de un proyecto anterior, que con mucho éxito pudo realizar en Islandia, surgió la idea de recorrer los rincones de la Ruta Nacional 40 y plasmarlos en un libro que abarque desde La Quiaca hasta Ushuaia.
“La intención es trabajar en una guía que fomente la visita más allá de completar visitas a los cerros, sino con otra información. A partir de las fotos y la información, entender qué es lo que van a ver y por qué, valorando de una forma más completa el paisaje”, explica el fotógrafo.
Su viaje fotográfico comenzó en el km 5190, en la Quiaca. Al llegar a Bariloche tuvo el primer problema mecánico. Cuando se puso en campaña para repararlo, irrumpió la pandemia, la que aprovechó para avanzar con la edición del libro. “Justo cuando estaba por retomar, se dio el contacto con la gente de la Fundación Rewilding Argentina para hacer un trabajo en conjunto sobre el Parque Patagonia. Así que arranqué ahí, empezando a bajar hasta Ushuaia”.
Para este fotógrafo trashumante, “el Parque Patagonia es un lugar que conjuga el pasado, el presente y que brinda un alentador futuro”.
Maravillado por la diversidad de escenas que presenta la región, Gonzalo describe que esa conjunción se da por la posibilidad de “ver pinturas rupestres de pueblos nómades relacionadas con el presente, con el trabajo que se está haciendo en la recuperación de la fauna. Podemos ver una diversidad que hoy sigue estando gracias a ese vínculo”.
Granja pudo vivir desde cerca la actividad dentro del Parque. Pasó casi dos semanas con la parte del equipo de la Fundación Rewilding Argentina quienes trabajan estudiando las especies: puma, guanaco, chinchillón anaranjado, gallineta chica, choique y huemul. “Es un buen ejemplo para aplicar en un montón de lugares donde se habla de especies protegidas, pero solo de palabra, después no se hace nada al respecto. Aquí pude ver un trabajo diario, sostenido, de mucha entrega por parte de los profesionales”.
El primer tramo de este viaje en el que busca compartir el patrimonio natural de la argentina, en torno a la ruta 40, lo hizo durante cinco meses durmiendo en un vehículo que le permitió estar en el lugar, esperando la luz “perfecta”.
“Eso es indispensable para agarrar el momento exacto cuando se pinta el paisaje. Es impagable poder quedarte ahí esperando que salgan las estrellas para poder sacar esa foto. Eso te lo permite el vehículo, estar en el momento adecuado en el lugar adecuado”, explica el fotógrafo.
El extenso itinerario por nuestro país le permitió a Gonzalo entender la importancia que tiene la tarea de restauración ambiental que se lleva adelante en esta área del noroeste santacruceño, y lo central que resulta la educación: “Creo que es indispensable educar y por eso el turismo y sus distintas formas de desarrollarlo, cumplen un rol importante. La imagen, la fotografía es como un eslabón que acerca a todo esto. Acercar no solo desde difundir, sino de hacerlo con conciencia”, afirma.
El trabajo de Granja busca compartir momentos que inviten a pasar más tiempo en contacto con la naturaleza, tomando conciencia del valor que ésta tiene.
“La fotografía dentro de las actividades que pueden realizarse, creo que es de las más sanas, porque te pone en un lugar de percepción, de estar atento a todo lo que pasa en lo micro y lo macro, que te permite agudizar el sentido de otra manera, qué mejor que eso para conectar con el lugar”.